lunes, 7 de octubre de 2013

El mall, los zombies consumidores y el devenir soñado.


Entrar a un mall es desesperante, estresante, asqueroso, repugnante para quienes, sencillamente, no aceptamos la idea de que tanta aglomeración sea por un sólo motivo: consumir. Y no sería dramático si aquel consumo fuese dentro de lo normal, lo justificado, lo que se necesita para vivir “dignamente”, pan para la once, verduras para el almuerzo, la colación de los niños, etc., sino que se trata de algo que es más que sabido: lo que se estila en los centros comerciales es comprar-consumir en exceso porque sí y nada más que porque sí. Aunque claro, hay variantes, pero se justifican dentro del mismo esquema de consumo idiota-insólito: porque esto es lindo, porque la liquidación, porque la marca, porque Madonna y Lady Gaga lo están usando y les queda bien, porque, porque, porque. De pronto (y a veces no tan de pronto) pienso en que quienes están ahí son sólo zombies que, alucinados con productos que jamás podrán comprar si no es por medio de un “crédito” -pues recordemos que la mayor parte de los chilenos es “clase media” (lamentablemente la sociología y otras disciplinas aún encasillan así a ciertos grupos de personas) y no puede optar a obtener cosas materiales de manera “rápida” de otra forma, más que entrando al estilo de vida “creditario” (que en apariencia soluciona el “dilema de conseguir cosas”)-, caminan entonces “vitrineando” para analizar (dentro de sus posibilidades casi nulas de análisis, claramente, puesto que están “loquillos” con tanta oferta) si esto o aquello “me lo puedo llevarsh”. Zombies endeudados después porque se embelesaron con lo que el “mercado” les dijo que tenían que comprar y ellos “se dejaron llevar”; zombies que caminan siguiendo a otros zombies que andan en las mismas; zombies po’ hueón, qué más querís…
Tomás Moulian en el capítulo 13 “El mall, la catedral del consumo” de su libro “El consumo me consume” dice que los mall “producen la idea de un paraíso generalizado del consumo” y agrega algo sobre lo que inevitablemente viene después de comprar con tanta emoción “creditaria”: “todos aquellos que compran a crédito, después del placer instantáneo conseguido con la credencial del cliente confiable, deben enfrentar el sacrificio y muchas veces el purgatorio de los pagos mensuales”. Se explaya: “Los mall lindan con la obscenidad. En ellos puede constatarse, mejor que en parte alguna, la lógica capitalista del despilfarro (…) La obscenidad consiste en escenificar esa agobiante abundancia a pocos miles de metros de la miseria, en exhibirla ante los ojos de los parias sin dinero ni crédito, que tienen el derecho de peregrinar hacia esos templos para mirar, incluso para tocar, pero sin poder adquirir”… Y yo añado que hoy sí es una realidad que muchos chilenos SÍ adquieren, pero a costos altísimos, endeudados hasta las patas, llorando por los pasillos…
Y por eso siento que es propicio decir ¡BASTA! (no yo, que soy una más de l@s indignad@s con estos lugares y con el consumo excesivo, sino TOD@S). Comenzar a usar las propias cabezas y desechar estos espacios basura, es más que una buena recomendación, es hacer fuerza y causa común, boicot a estos espacios vacíos que no transmiten más que superficialidad existencial, intelectualidad nula, calidad humana cero. Tomemos conciencia de que la propia existencia es hermosa si uno se propone verla así, que es válida en el sentido de que cada cual está capacitado para ser mucho más de lo que le enseñaron que era, de lo que aprendió en el colegio o en cualquier clase de escuela de la vida, que el sistema NO PUEDE NI DEBE decirnos qué hacer, cómo hacerlo, ni cuándo, que somos nosotros los que debemos decidir siempre. Esencial entonces es no dejarse “llevar” por estos mundos nauseabundos del consumo donde los vendedores de ilusiones chupan hasta la última gota de sangre de miles de personas comunes y corrientes, sangre que ahueonadamente, además, es robada a quienes trabajan creyendo que es ESTE el único destino del dinero que les dan a cambio de “venderse” como mano de obra: CONSUMIR COMPULSIVAMENTE.
Sol y Lluvia dice en una de sus canciones “Para vivir no necesitas nuevos pantalones”.

¿Y usted… necesita los suyos o puede aguantar con los que ya tiene?




Mayda Plant



26/11/2012

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